Zapatitos quiere conocer México



Toño y Táther son los titos de Pepito y Zapatitos. A ellos les gusta mucho viajar y ya se habían recorrido más de medio mundo en menos de 5 años. Que si Italia, Holanda, Alemania, Francia, Inglaterra, La India, Egipto…De todos esos viajes siempre traían bonitos recuerdos y cientos de fotos hechas con su estupenda cámara. 

A Zapatitos le encantaba estar con sus tíos y ver las fotos de sus viajes en la pantalla del ordenador. Siempre las señalaba con su dedo índice cuando algo le llamaba la atención. De esa manera, capturaba con él, durante un instante, la planta, el animal o el objeto inmóvil de color que más le gustaba. Zapatitos soñaba con poder visitar alguna vez esos lugares tan maravillosos al igual que sus titos. 

-Qué fantástico sería ver el cielo pasar y atravesar las nubes blancas de algodón montada en un avión- pensaba siempre Zapatitos en silencio. 

En esta ocasión, Toño y Táther habían regresado de un viaje largo de más de 6 horas de avión de ida y de otras tantas de vuelta. De un país llamado México. Se habían bañado en sus exóticas playas, habían comido su deliciosa comida y habían visitado sus impresionantes monumentos. 

Pero el viaje acabó. Toño y Táther ya estaban en casa, cansados, pero muy felices y morenos. Con muchas ganas de compartir todo lo que habían visto con el resto de la familia y por supuesto y especialmente con Zapatitos. 

Cada domingo, la familia al completo se reunía en casa de los abuelos Domi y Jupe para disfrutar juntos de otro magnífico día juntos. Siempre se convertía en unos momentos de charlas, risas, anécdotas y fotos. Zapatitos tenía muchas ganas de ver por fin las fotos del viaje a México y de abrir los regalos que seguro le estaban esperando envueltos en papel. 

Como siempre, la abuela Domi había preparado un riquísimo pastel de calabaza con las que ella misma cultiva en su huerto y mamá llevaba con mucho cuidado unas tiernas y esponjosas magdalenas para merendar. 

-¡Uhmmm! ¡Qué ricas!- pensaba papá al mirarlas. 

La familia entera ya está reunida alrededor de la pantalla del ordenador. Zapatitos había conseguido el mejor sitio, sobre las pantorrillas de papá. Por supuesto, tampoco podían faltar las magdalenas y los trozos del pastel de la abuela sobre la mesa. 

Para Pepito un biberón lleno de leche con cereales y para Zapatitos un buen vaso de leche con cacao. ¡Para chuparse los dedos! 

La sesión de fotos estaba a punto de comenzar. Zapatitos escuchaba con atención las explicaciones de Táther en cada foto que mostraba la pantalla, imaginándose al mismo tiempo que era ella la protagonista de este viaje. 

Imaginaba, que cuando aprendiese a nadar en los cursillos de natación, podría bañarse en esas aguas de las playas del mismo color de sus ojos. 

Imaginaba que cuando ya no necesitase que mamá le troceara la carne para comérsela, podría devorar esos manjares tan apetitosos que traspasaban la pantalla con esa mezcla de colores vivos como el rojo, el amarillo y el verde. 

Imaginaba que cuando alcanzase con sus pies los pedales del coche de papá, podría recorrer las carreteras que conducían hacia esos lugares recónditos y tan verdes donde poder visitar esos monumentos tan altos, con tantas escaleras. ¡Y subirlas! 

Ah!, se le olvidaba un detalle. No podría dejar atrás ni a su oso de peluche de color marrón si su talega de cuadros verdes, con Pío-Pío bordado en él por mamá. ¿Y Pepito? -Pepito es todavía muy pequeño, todavía bebe la leche en el biberón. Mejor se queda con mamá y luego se lo cuento todo a él. 
 Está decidido…Voy a conocer México.

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